La Asociación Cultural “La Tarasca” afronta una
experiencia teatral donde, por un lado, se
evocan los hechos reales vividos por una persona
que ha conseguido rescatar los restos de su
abuelo de una fosa común. La aventura personal,
emocional, que ha supuesto y las reflexiones que
la han motivado.
Son momentos de teatro documental, de no
ficción, de sensaciones reconocibles y
sentimientos encontrados, donde cabe destacar el
acto de sacrificio, de confesión, de sus
ejecutantes.
Quizá logremos entender un poco más la utilidad
y la necesidad de este tipo de “acciones”, que
se están sucediendo a lo largo y ancho del
país.
Por otro lado se obra el prodigio de darles voz
a los ocupantes de la fosa, un paréntesis de
vida, de rebelión y de juicio en su anónima
eternidad.
Mediante fragmentos de “El Innombrable” de
Samuel Beckett, se reflexiona sobre la
imposibilidad de existir en la vida y la
imposibilidad de existir en la muerte, que es lo
que le ocurre a este tipo de cadáveres
abandonados en las cunetas, en un intento
desesperado por averiguar quienes son y que
representan.
“El Innombrable” (1953) es la última novela de
la trilogía que Beckett compuso junto con Molloy
(1951) y Malone muere (1951). Tras lo que él
mismo define como “una revelación” Beckett pone
en práctica un ejercicio de estilo,
personalísimo, rompe con el principio de Joyce
de que cuanto más se sepa mejor y comienza una
serie de privaciones: de datos, de
explicaciones, incluso de línea argumental. El
Innombrable es el ejemplo más destacado de esta
exaltación a la imposibilidad, a la ausencia…
Existencialismo, o por lo menos algo que a los
existencialistas entusiasmó, y absurdo; humor
negro y un optimismo latente, como reconoce el
propio Peter Brook.
La última frase de EL Innombrable dice:
“... Seré yo, será el silencio, allí donde
estoy, no sé, no lo sabré nunca, en el silencio
no se sabe, hay que seguir, voy a seguir."